Memorización de la retorica

Analizando este segundo debate entre los candidatos a la presidencia, se podría decir que han mejorado sus intervenciones con respecto al anterior encuentro, lo cual, no era muy difícil de conseguir. Entre propuestas y algún que otro reproche, los presidenciables se han vuelto a deslizar en un baile cifras alejadas de la realidad ciudadana. Eso sí, esta vez se han planteado propuestas un poco más concretas.

Con una presentadora algo más activa y participativa, el debate ha tenido un ritmo más dinámico y flexible que el anterior, más abierto a la dialéctica y menos al monólogo-discurso político, incluso se ha podido interpelar al adversario en diferentes ocasiones. La lectura del discurso ha dado paso a la memorización de la retórica, donde en diferentes ocasiones, los argumentos eran ampliamente repetidos.

Una vez más, han existido grandes diferencias entre los candidatos. Rajoy ha comenzado intentando contener el tono del debate para ir incrementándolo poco a poco. Sus reproches al gobierno no se traducían en propuestas. Su repetición en el mensaje ha sido cansino, llegando a repetir varias veces la misma palabra en una misma parte de su alocución (tema capital). Su prodigada estancia en el centro político ha quedado desacreditada por sus formas. Mariano, a la derecha no se ganan las elecciones.

A priori, la opción Zapatero aparenta ser la mejor solución. Sus formas no dejan que desear, aunque ya sabemos que en ocasiones, por contentar a todos, no contenta a ninguno. Su caballo de batalla es que ha planteado más propuestas que su contrincante, tantas, que se han perdido por la poca concreción en su explicación. Aún así, esta vez parece que sí aventajó a su rival en la contienda de este segundo debate.

Apuntar que la telegenia de los candidatos también ha jugado un papel clave en el desarrollo del debate. El lenguaje facial de Rajoy ofrecía poca confianza, un ojo le viraba paradójicamente a la izquierda y el otro se le cerraba cuando se encontraba arrinconado. Y entre la “buena suerte” de Zapatero y “la niña” de Rajoy, no hay que ser muy subjetivo para dar por ganador a Zapatillas.