domingo, 28 de diciembre de 2008

De los encapuchados en Grecia

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Estos días constituyen la mayor contribución de la Grecia contemporánea a la civilización mundial, y es la primera vez -tal vez la segunda después de 1821, pero con una dimensión geográfica y demográfica mucho mayor que entonces, que las miradas del mundo entero se dirigen hacia Grecia con admiración y esperanza.

Al-Jazeera, (al igual que, naturalmente, todos los medios informativos del mundo) se refiere ampliamente a los acontecimientos. En su edición electrónica tiene en la parte inferior de la página un espacio para los comentarios de los lectores. Este espacio se llenó de comentarios positivos de ciudadanos de todos los países árabes, que decían “por fin, un pueblo que se levanta; mientras que a nosotros aquí, de Marruecos a Arabia Saudita nos pisotean cada día, nos oprimen, nos roban, nos humillan y nosotros seguimos durmiendo. Allí, matan a un niño y se levanta todo el mundo.”

Porque, contrariamente a las apariencias, no es ciego. Por el contrario, es un acto de elevada responsabilidad democrática y de defensa de la legalidad y del Estado de derecho.

Naturalmente, se trata de una de las dos legalidades. (...) Una de las legalidades, la de Karamalís (primer ministro de derecha), de Pavlópoulos (ministro del interior), de Jinofótis, de Kougiás (abogado del policía que asesinó a Alexi), es la que dice: “el Estado mata y no rinde cuentas”. Sin duda, no lo dice exactamente con estas palabras (la manipulación no consiste en eso), pero si tenemos en cuenta el funcionamiento de la cultural intimacy (intimidad o complicidad cultural, el tú ya me entiendes), vemos claramente que a fin de cuentas es este exactamente el mensaje.

La tradición europea occidental de la ilustración y de las revoluciones ciudadanas (la que, entre otras cosas, es fuente de inspiración y de orientación para el Estado griego) dice, al menos oficialmente que NO, EL ESTADO RINDE CUENTAS A SUS CIUDADANOS.

Cuando, el Estado, por lo tanto, NO RINDE CUENTAS A SUS CIUDADANOS, es un derecho y un deber ciudadano de la población EXIGIR POR SÍ MISMA ESTAS CUENTAS. Por todos los medios que sean necesarios. Si no escuchan otras razones, así se enterarán. Para leer esto no hace falta remontarse a Spinoza o a Maquiavelo. Esto lo sabía hasta el propio John Locke.

El vandalismo (y activismo) es una forma alternativa y autogestionada de lucha contra la criminalidad, en el sentido estricto del derecho penal, una lucha que el Estado ha abandonado y que asume la sociedad civil. La protección de la vida humana, y aún más la protección del principio de responsabilidad del Estado y de sus órganos es algo más importante que cinco vitrinas rotas y la pérdida de cinco propiedades “de inocentes”, “modestas amas de casa” en la calle Ermou (donde un mes de alquiler equivale a lo que ganan en un año quienes las asaltaron, si acaso ganan estos algo), propiedades que, de todas formas, se habrían esfumado con la crisis, pues se las habrían robado los bancos o las habrían perdido en la bolsa. Y por cuya pérdida de una manera o de otra serían indemnizados.

Del artículo "Grecia, por qué estoy con los encapuchados" de Akis Gavrilidis.

1 comentarios:

Anónimo dijo...
29 de diciembre de 2008, 17:19  

Si la situación socio-económica sigue por estos caminos, veremos en no mucho tiempo revueltas al estilo de Grecia. Mientras todas las necesidades estén cubiertas no habrá ningún tipo de sublevación, de eso ya se encarga el propio funcionamiento del sistema.
Esperando una concienciación social por parte de tod@s, animarte a seguir informando sin censura.

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