
El PP y su clara política de tierra quemada, ha encontrado eco electoral en sus grandes feudos: la capital y el Levante mediterráneo. Su fuerte subida en Madrid viene marcada por la alta participación (cercana al 81%) y el desencanto de los votantes socialistas, haciendo posible el escaño de Rosa Diez y dejando en la cuneta a Gaspar Llamazares.
Pese a la subida de escaños del PP y al apoyo mostrado por cierto sector geográfico español, ha quedado demostrado que la política del ‘cuanto peor, mejor’ no les ha llevado al poder. Así pues, parece ser que deberán cambiar de rumbo a tenor de los resultados, y que, seguramente buscarán a otro capitán de barco. Rajoy parece no tener sitio en este escenario, gracias si llega al próximo congreso del PP.
El PSOE ha sabido cosechar el voto del miedo. Zapatero parece haber calado en los nacionalistas periféricos, no tanto por su gestión en el gobierno, como por el temor de ver en la Moncloa a Mariano Rajoy. El espectacular crecimiento del PSOE en Catalunya y la fuerte presencia en Euskadi, manifiestan cierto desasosiego a un gobierno conservador.
Los pactos electorales vendrán obligatoriamente de la derecha nacionalista, y además, catalana. Pese a que el PSC ha obtenido sus mejores resultados, CIU vuelve a tener la llave del gobierno, ya que PNV y sus seis diputados se quedan a uno de la mayoría en el congreso. La pérdida de un escaño supone para los nacionalistas vascos mucho más que eso, significa la no influencia en la gobernabilidad del estado. Quien se lleva el gato al agua es Duran i Lleida ya que seguramente consiga su(s) ansiado(s) ministerios.
Con todo, el grupo mixto parece un collage hecho al más puro estilo surrealista. UPyD sentado junto a ERC y BNG. ¿Cómo se lo van a montar sus señorías a la hora de repartirse los tiempos? ¿Qué criterios de participación se van a seguir en este congreso tan bipolarizado? ¿Tendrán alguna función estos pequeños partidos en una legislatura cerrada de antemano? ...