Solidaridad con Enric y los estudiantes

En estos días de ajetreo de la opinión pública, una buena manera de tomar el pulso de la sociedad, es seguir los comentarios de las noticas publicadas en los periódicos on line. Dependiendo de la inclinación del medio en cuestión, es necesario calibrar el filtro hacía derecha o izquierda, después de eso, ya se puede empezar el diagnóstico.

En el caso concreto de Enric, los comentarios parecían indicar que gozaba de la simpatía de una buena parte de la sociedad, aunque como en todos los casos, también tenía sus detractores. En cambio, los medios se apresuraron a presentarlo como un delincuente (¿acaso no lo es? no desde la moralidad de sus actos), para relegarlo al espacio del olvido mediático, taponado por las noticias de los disturbios en Barcelona.

En el caso de los estudiantes, la sensación es diametralmente opuesta. No tienen el beneplácito de la sociedad, ni si quiera de muchos de sus propios compañeros de pupitre. Y por supuesto, están satanizados por los medios de comunicación.

Los mass media no han hecho más que inundar de propaganda (en el peor de los términos semánticos) todo lo que se refiere al proceso de Bolonia. La manipulación acerca de las motivaciones de los estudiantes, tildándolos de vagos, hippies o provocadores, tenían la finalidad de desacreditar su interlocución. La censura acerca del contenido real de la reforma universitaria, dejando el análisis crítico de lado, iba en dirección favorable de los promotores del proceso Bolonia. Por tanto, no es de extrañar la posición contraria de la opinión pública a las reivindicaciones estudiantiles.

Los estudiantes universitarios tenemos el derecho a protestar, y más cuando las reivindicaciones van en beneficio de tod@s, sean amigos, nietos o un futuro hijo. La información sobre Bolonia está disponible, aunque no en los medios tradicionales, pero ¿La sociedad está dispuesta a buscarla? Lo mismo sucede con el timo de los bancos...

Por eso, no es de extrañar el intento de ocultar la reivindicación de Enric con los actos de totalitarismo vividos por la comunidad estudiantil de Barcelona. Por eso, hoy más que nunca, debemos buscar sinergias y complicidades entre todas las reivindicaciones. Porque casi cualquier denuncia social, por alejada que parezca, siempre acaba beneficiando a alguien de tu círculo cercano.

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